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La ansiedad es la respuesta natural del cuerpo ante el peligro, es como una alarma automática que se activa cuando uno se siente amenazado, bajo presión, o se enfrenta a una situación estresante.

En forma moderada, la ansiedad no es siempre una mala cosa. De hecho, la ansiedad puede ayudar a mantenernos en alerta y concentrado, nos ayuda a la acción y nos motiva para resolver problemas.

Pero cuando la ansiedad es constante o abrumador, cuando interfiere con sus relaciones y actividades, deja de ser funcional, ahí es cuando se ha cruzado la línea de la ansiedad normal y productiva al territorio de los trastornos de ansiedad.